Bastó una mugrosa película producida con tres pesos por un cineasta “wannabe” (que en realidad es un agente de bienes raíces de California) para que le costara la vida a un embajador, empleados de una embajada y que la mitad del medio oriente se lanzara a una razzia en contra de todo lo que pareciera o siquiera oliera a Estados Unidos.

Esta es la realidad de muchos países musulmanes.

El “nervio” religioso sigue siendo aún en países civilizados, uno de los más delicados para la mayoría de la gente. Simplemente aquí en México no se puede olvidar el caso de un pintor que intentó hacer una exposición con figuras religiosas combinadas con estrellas “pop” (Cristo con la cara de Pedro Infante, la Virgen con la de Marilyn Monroe) o el simple estreno de la película “La última tentación de Cristo” para que las hordas yunquistas salgan a pregonar el fin del mundo por culpa del pecado y la falta de respeto a los ídolos (religiosos o no).

Y es que la libertad de expresión se encuentra ante un formidable obstáculo cuando entra a territorios religiosos: ¿hasta donde es respeto y hasta donde libertad poner en ridículo a una figura religiosa?

En este país podríamos pasar muy bien una burla o un chiste con un personaje como Buda sin embargo cuando llegamos a terrenos de la hagiografía la cosa se pone muy espinosa. Lo mismo pasa en otras culturas pero de manera inversa.

Creo que aquí el gran problema es tomarse tan en serio el tema de “la falta de respeto”.

Me explico.

Si las hordas de fieles no hubiesen salido a hacer desmanes y de paso matar varios diplomáticos el mundo no se hubieran enterado (ni visto) la chafísima película “Innocence of Muslims” (de veras, está muy mal hecha). Lo mismo ocurre para muchísimos otros temas que van desde libros hasta películas (de las que si están bien hechas).

Siempre me ha llamado la atención el concepto de “defender a Dios” como si este no pudiera hacerlo por si mismo (por lo menos el del Viejo Testamento se encargaba de eso) y requiriera de sus seguidores para hacerlo. Sé que los fieles de algunas religiones podrían argumentar que es su obligación como practicantes sin embargo no me convence.

Si es necesario salir a las calles a quemar y asesinar por causa de un idiota que hace una película del otro lado del mundo, es que algo va muy mal con nuestra forma de pensar.

Tal vez sea que nuestros dioses no son tan grandes como nosotros pensamos.

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